lunes, 25 de abril de 2011

Conciertazo de Don Omar y Victor Manuelle en Chavón

Era de esperarse que Don Omar y Victor Mauelle dieran un conciertazo.

Con un escenario repleto, demuestran su talla de artistas.

Se podía imaginar. Pero puede ser que la realidad haya superado lo soñado por algunos. Lo que se dio anoche en Chavón fue un show de altura, de esos en los que el público sale tan satisfecho que no puede disimular la sonrisa de oreja a oreja y los artistas se la "comen" encima del escenario.

No hay exageraciones. . Víctor Manuelle, mucho más maduro como artista, fue quien abrió la jornada. 9:00 de la noche y un Chavón lleno de principio a fin lo aclamaba. El boricua apeló a sus grandes éxitos e incluyó un homenaje a Wilfrido Vargas, cantando un remix de tres de sus mejores merengues. Camisa blanca, pantalón negro y un coqueteo que le ganó el favor de cuanta mujer había en Chavón para adornar una entrega que no tuvo desperdicio.

Víctor Manuelle complació a cada quien: se dejó tirar fotos, recibió halagos de buena gana y hasta le hizo el favor a más de una de él "mismitico" cantarle por el celular a quien estaba del otro lado. En fin, que se congració con su público, que se creció como artista, que dejó el alma en escena, que provocó histerias, que se ganó a los suyos.

El salsero dejó el anfiteatro listo para su sucesor. Y con Don Omar los ánimos no bajaron. Una descarga de reggaetón que repasó cada uno de los éxitos del controvertido artista. Un público, de pie y gritando a todo pulmón, le acompañó cada segundo. Una descarga fuerte, una dosis musical inimaginada, una locura que tocó desde la lambada hasta su famosa Danza Kuduro.

Don Omar habló del amor que siente por los dominicanos y le mandó un mensaje claro al Gobierno: En la educación es que está la patria y el futuro del pueblo. Con un cuatro hecho con sus dedos, dijo a la gente que siguiera luchando por su causa y habló de él mismo: hijo de una madre soltera y un padre sirvergüenza y que a base de lucha pudo llegar a ser alguien.

Pasadas las 12 de l noche el Don decía adiós. La euforia no se aplacaba (y cómo) y los ánimos seguían arriba. Un concierto de lujo. Una noche para privilegiados.

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